0.9 Kcal

¿Por qué luchar y resistir desde una posición disidente? ¿Para qué hacerlo en una sociedad con un profundo odio hacia la otredad? En este ensayo personal, Raquel Aedo reflexiona sobre ser una mujer trans cuando la sociedad en la que vivimos se ha empeñado en que estas vidas sean cansadas, difíciles y complejas. Hay que escuchar y leer a todas aquellas personas que, como Raquel, ahora mismo están resistiendo con tan solo su existir.

Texto de 26/11/21

¿Por qué luchar y resistir desde una posición disidente? ¿Para qué hacerlo en una sociedad con un profundo odio hacia la otredad? En este ensayo personal, Raquel Aedo reflexiona sobre ser una mujer trans cuando la sociedad en la que vivimos se ha empeñado en que estas vidas sean cansadas, difíciles y complejas. Hay que escuchar y leer a todas aquellas personas que, como Raquel, ahora mismo están resistiendo con tan solo su existir.

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A menos de que seas una persona con la habilidad de realizar muchas tareas a la vez, es poco probable que mientras lees estas líneas estés haciendo algo más. De hecho, leer unas líneas en tu teléfono o tu computadora (o tu link neuronal, hola, gente del futuro) ya es una actividad tan asociada al ocio que si te preguntaran ¿qué haces?, quizás respondas nada.  

Nada.

Nada… más lejos de la verdad. Estás haciendo tantas cosas en este momento: tus ojos recorren los símbolos y una poderosa computadora biológica —con terabytes y terabytes de disco duro— lleva a cabo trillones de operaciones para que las palabras tengan sentido. Y eso es sólo el comienzo. En todo tu cuerpo, ejércitos de células libran guerras contra patógenos; en tu estómago, bacterias benéficas trabajan descomponiendo nutrientes en una escena que no puedo evitar imaginar como un mercado de drama policial. Existir es absurdamente complejo y dista mucho de ser un proceso pasivo. No estamos en equilibrio termodinámico, querides, existir es un acto, una acción. Y toda acción tiene un costo. En el caso de nosotres les humanes, ese costo es de 0.9 Kcal por kilo aproximadamente, según la Unidad de Nutrición de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas

Si eres como yo, te habrás agotado tratando de imaginar todo ese trabajo mecánico-corporal. Fuera de ejercicios de imaginación como este, la naturaleza nos ahorra los reportes de cada diminuto proceso. Nuestra preciosa consciencia es como la CEO de una gran compañía que no tiene porqué enterarse del día a día de las operaciones. Divina ignorancia. 

Siempre y cuando no seas une de nosotres: una de las letras más controversiales del colectivo LGBTTTIQA+: les persones trans. En mi caso específico, una mujer trans. 

“Ser trans es conectar con tu cuerpo en mayor medida. En mi caso es como si hubiera al fin comprado una casita que requiere renovaciones y fuera necesario trabajar en cada centímetro de ella.”

Desde que empecé mi transición, no me he podido dar el lujo de ser la CEO desentendida de mi propio organismo. No sé si algún día me lo podré volver a dar. Contrario a lo que la mayoría piensa, ser trans es conectar con tu cuerpo en mayor medida. En mi caso es como si hubiera al fin comprado una casita que requiere renovaciones y fuera necesario trabajar en cada centímetro de ella. Les cuento esto porque les juro que tengo un punto.

Imagínate salir a la calle, entrar a un restaurante, a una tienda o un bar y ser lo que está pasando. Por un momento en el mejor de los casos; por el resto de la velada en el peor. Todos los ojos le reservaran unos segundos a inspeccionarte de arriba abajo, a verte, a saber que estás ahí, a hacerte saber que te notan. Esto no siempre con odio, a veces sólo es morbo inocente; otras incluso admiración y, quién quita, hasta deseo. Pero no hay duda que, a menos de que estés en un bar que frecuenten mujeres trans, eres un suceso. 

Estás pasando.

Y tienes que pasar, tienes que ser. Después de todo tienes derecho a comer, a comprar, a beber. Pero cada uno de estos actos simples que normalmente se pueden ignorar, ahora son conscientes. Hay algo de performance en ellos. Quieras o no. Incluso el “no me afecta” es una actitud activa. Te está no afectando. Si el proceso de asumirse trans es un acto de amor que consiste en regalarte tu existencia, la vida trans es un acto de trabajo por conservarla. 

Vivimos en un mundo que constantemente nos reta, nos cuestiona. Se debaten académicos, muchas veces con ninguna de nosotras presentes, si acaso las mujeres trans somos un fenómeno real o no. Una especie de ilusión social. ¿Te imaginas que se debatiera si los ingenieros existen? ¿O los zurdos? ¿O los fans del anime? Parece que podemos aceptar que algo claramente habita la sociedad siempre y cuando ese algo no rompa con la “biología básica”, a pesar de que las sociedades están construidas de consensos y no de verdades axiomáticas que serán muy útiles para calcular dosis de penicilina, pero de poco sirven para analizar una compleja maraña de interacciones, relaciones y sentires. El más famoso “constructo social” en nuestros argumentos suele ser el género. Pero el primero y más importante es la objetividad. Constructo social es toda la sociedad. Ese es el punto. ¿Por qué algo que habita la sociedad está sometido a tanto escrutinio? 

Tenemos que estar existiendo sin parar, asegurándonos de que no nos vayan a declarar nulas. Plutón se distrajo y dejó de ser planeta. El consenso social es casi omnipotente y tenemos que argumentar en nuestro favor en todo momento. Es agotador. Como si tuvieras que administrar los trillones de operaciones de tu cerebro, o de tu sistema inmune, todo el tiempo.

Yo no creo que una mujer trans consuma más calorías que una persona cis, pero definitivamente las estamos gastando. Aquí entre nos, querido internet, quiero que un día me pregunten qué estoy haciendo y contestar con un simple nada.

“Esta fortaleza no es una cualidad necesaria de ser mujer transgénero, pero es una cualidad necesaria de serlo en la sociedad que hemos construido.”

Es trágico, no sorpréndete y aún más trágico por no ser sorprendente, que la causa de muerte principal para nosotras sea el suicidio. Porque vivir es cansado. Porque vivir en resistencia total es demandante. Antes, cuando me decían que era muy fuerte por vivir mi realidad, desestimaba el halago. No soy fuerte, pensaba, sólo estoy siendo yo. Ahora lo acepto porque sí hay que ser fuerte y esta fortaleza no es una cualidad necesaria de ser mujer transgénero, pero es una cualidad necesaria de serlo en la sociedad que hemos construido.

Y no quiero tirarme al piso porque no voy a negar que una de las razones por las que nos asumimos y vivimos nuestra realidad es porque nos trae más felicidad que dolor. Yo por lo menos, que como minoría soy una persona privilegiada, puedo decir que es la mejor decisión que he tomado en toda mi vida. La única decisión que podía tomar era si la felicidad podía formar parte de mis planes. Pero para muchas, tal vez la mayoría, a veces el odio hace que esa ecuación apenas te salga al costo.

“Así que seguiremos el performance, seguiremos gritando y haciéndonos presentes. Seremos la verdad incómoda de algunes y la herejía al Sagrado Género de otres.”

Así que seguiremos el performance, seguiremos gritando y haciéndonos presentes. Seremos la verdad incómoda de algunes y la herejía al Sagrado Género de otres. Lo haremos por el deseo de acceder algún día a la existencia pasiva, al privilegio de la paz de ser. Ojalá algún día podamos ser aburridas. 

Myr Ramírez, una fantástica comediante y mejor ser humano aún, me dijo una vez: ustedes son lo más punk rock que se puede ser. Abrazo esa verdad. Y mientras las cosas no cambien, seremos punk rock. Seremos deliciosa anarquía.Pero de momento, existir es resistir cueste las calorías que cueste. EP

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