Exclusivo en línea: “Soy de los hombres que cuando pierdo no lloro”. Una entrevista a Joaquín Cosío

Entrevista a uno de los actores mexicanos más relevantes en la actualidad.

Texto de 11/11/19

Entrevista a uno de los actores mexicanos más relevantes en la actualidad.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Febrero 22 de 2019. En un restaurante de mariscos en Coatepec, Veracruz, estaban Joaquín Cosío, César Silva, Jorge Humberto Chávez y su esposa Rosa María Zamora. Cosío recién acababa de llegar desde la Ciudad de México porque esa noche presentaría en la ciudad de Xalapa su libro de poesía, en su tercera reedición, Bala por mí el cordero que me olvida

A Joaquín le sorprendió mi llegada, creía que la entrevista era una broma que le había jugado César Silva. Sin embargo, me ofreció sentarme frente a él y en seguida se acomodó la boina caqui y el bigote. Como venía llegando de viaje, vestía sport-casual, una playera Nike negra y unos jeans. La locación para la entrevista quizá no era la más apropiada, pero sí contribuye a la mitificación de la figura de los poetas: la cantina. Allí nos sirvieron un platón de camarones para pelar, una torta de mariscos, unas gorditas, y al centro de la mesa, aderezos, salsa de habanero y la típica de la región: la salsa de chile seco. Desde luego, por la mesa desfilaron mezcales, cervezas, whisky y vodka para acompañar los alimentos. 

Joaquín me pidió que ordenara algo de beber y comiera con ellos, acepté. Pensé que así le daba tiempo para que comiera o “romper el hielo”. Entre el bullicio regular de una cantina, Joaquín apenas había comido dos tacos de la torta de mariscos. Recuerdo la conversación de aquellos amigos que celebraban su encuentro contando anécdotas, así como la canción que los músicos interpretaban: “Baraja de oro”, de Chalino Sánchez. Así comenzamos: —A ver, señorita. Cuando usted me diga, en lo que vamos comiendo. 

Yuliana Rivera: La figura del poeta ha sido romantizada, se le conceden valores y virtudes distintas al resto de los creadores literarios. Una de esas ideas románticas es que consideramos que los poetas son visionarios, no me detendré en afirmarlo o negarlo; supongamos que lo son, demos por hecho que lo eres. ¿Hacia dónde crees, visionas, que se dirige la poesía en México actualmente?

Joaquín Cosío: Pero yo no pienso que seamos visionarios. Difiero un poco de ello, ¿no? Además, yo creo que pueden ser tal vez más intuitivos. Más que poder establecer una visión de lo que viene y en ese sentido pues es difícil también responder la pregunta. Es bastante amplia y muy complicada. Yo creo que las vertientes de la poesía son diversas, sobre todo en la poesía mexicana, profusas. Hay un gran caudal de poetas. Yo creo que las grandes figuras, los grandes maestros están desapareciendo y tarde o temprano tendrán que aparecer los nuevos, pero en este momento yo veo un panorama donde todavía la voz de los grandes maestros se impone, ¿no?, pero también hay sin duda una vigorosa voz joven. 

(Permítame, perdóneme. Es que estoy interrumpiendo la entrevista porque voy a comerme uno. Perdóneme, señorita.) —No, no se preocupe. Adelante. 

YR: A propósito de esto último que mencionas ¿podrías recordar tres poetas contemporáneos? Que tú creas que tenemos que leer y a los cuales no hay que perderles la pista.

JC: No. Creo que primero tendría que explicarle algo. Mi faceta como poeta es una faceta muy sesgada. Mi trabajo como actor me tiene ocupado en una profesión muy envolvente y muy exigente. Mi relación con la poesía no es como seguramente tú estas acostumbrada o están acostumbrados en Xalapa, que es una comunidad de jóvenes, de  escritores y de artistas. Es decir, responderte eso tendría que pensar mucho para recordar los tres autores jóvenes que he leído últimamente. No me acuerdo del nombre del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes, que es de Sinaloa, acaba de ganar . Entonces, mi faceta poética es muy sesgada. O sea, no estás frente a un poeta como estarías acostumbrada a hacerlo con los escritores de aquí de Xalapa. Yo tendría que advertirte eso. Soy más bien un actor que escribe poesía. 

YR: Para ti, la poesía es ¿laberinto, jardín o desierto?

JC: En mi caso inmediatamente me iría por el laberinto y el jardín. Sin duda, ¿no? Un laberinto porque no necesariamente hay un orden, una manera de entrar y salir que sea clara. Hay un vericueto y un camino que se bifurca o que se divide en muchos. Y es un jardín en un sentido un tanto menos ambicioso, más follaje, más reverberación, más naturaleza desordenada. El desierto. Regresando a la pregunta no lo vería, sin embargo… Más bien pensaría en esas dos. 

YR: Ahora bien, ¿cómo relacionarías la actuación y la poesía? En algo tendrían que coincidir.

JC: Sí. Sí de alguna manera yo creo que algunos en mi caso la ambición artística busca el instante (no he encontrado otra palabra) del trance o del momento de la iluminación o del momento de ese deslumbramiento donde la realidad inmediata se transforma o converge o se ve frente a frente con esa realidad inventada o esa realidad imaginaria o realidad fantástica. Ahí es donde converge la actuación y el poema o los poemas o la poesía. En la búsqueda del artista o de, que el actor aparentemente sea tan pueril, el trabajo del actor sea aparentemente tan inmediato ¿no?, que es la realidad básica, en la mayoría de los casos, el personaje vivo, caminando, tomándose un café, discutiendo, hay un alcance en el sentido de la realidad que se busca alterar o en el sentido de la realidad que se busca representar aun y cuando esa representación sea una alteración de lo real. 

YR: Finalmente, ¿cuál es el compromiso del escritor, o en tu caso, del actor con la sociedad? 

JC: Pues es una pregunta compleja y sencilla porque se ha dicho mucho y se ha preguntado, se ha debatido y, sin embargo, siempre resurge. Seguramente en estos tiempos en México, en estos tiempos donde hay una transformación supuesta de los mecanismos de la cultura y de la manera en como se pretende asumir el arte, yo creo que va a volver a resurgir esa discusión. Yo estaría más con aquellos que dicen que el compromiso del artista es con el arte, con su obra y con su creación. En la mayoría de que logra aportar una creación importante trasciende y trasgrede la realidad inmediata y por lo tanto colabora en transformar nuestra realidad. 

Se hizo un silencio entre nosotros dos. Joaquín Cosío volteó el rostro buscando encontrase con la mirada de César Silva, que en efecto, lo recibió con una sonrisa confidencial, típica entre amigos a quienes los unió no sólo el oficio sino el afecto, la vida. —Ya estuvo, —dijo César. Joaquín asintió con la cabeza y volteó a verme. En eso estábamos cuando sirvieron otra ronda de mezcales y una orden de langostinos a la plancha mientras se escuchaban los primeros acordes de “Aguanta corazón”, de Los Invasores de Nuevo León… EP

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