
En medio del ruido y la prisa, el asombro nos reconecta con lo esencial. Esta edición de Este País invita a redescubrirlo como raíz de la filosofía, la espiritualidad y la creatividad.
En medio del ruido y la prisa, el asombro nos reconecta con lo esencial. Esta edición de Este País invita a redescubrirlo como raíz de la filosofía, la espiritualidad y la creatividad.
Texto de Eduardo Garza Cuéllar 02/06/25
En medio del ruido y la prisa, el asombro nos reconecta con lo esencial. Esta edición de Este País invita a redescubrirlo como raíz de la filosofía, la espiritualidad y la creatividad.
SI LA CURIOSIDAD ES LA POROSIDAD QUE HACE A NUESTRA MENTE PERMEABLE AL CONOCIMIENTO, el asombro —más hondo aún— permite que cada hallazgo nos cimbre y nos interpele profundamente; nos vincula de manera única con el universo que descubrimos, revela una hermandad profunda e indeleble. Se trata, por lo tanto, de una virtud espiritual: una disposición que nos conecta con lo más trascendente de nuestra experiencia humana y con el misterio del mundo.
El asombro no sólo se despierta ante lo grotesco, sino también ante lo inspirador y constructivo; no sólo surge frente a lo escaso e improbable, sino también en lo cotidiano y abundante. A Heidegger, como a los niños, le asombraba su propio ser: soy pudiendo no haber sido, exclamaba, y desde allí vivía y filosofaba.
La filosofía está, como también lo está la experiencia mística, cimentada en el asombro. Pero la filosofía no es monopolio de quienes la estudiaron, sino posibilidad y derecho de cualquiera que desee vivir significativa y cabalmente.
En Este País sospechamos que —aún revolcados por el ruido, la prisa y la zozobra— cultivar el asombro, y con él, la espiritualidad y una filosofía de lo cotidiano, es más necesario que nunca. Por eso convocamos a nuestros lectores al asombro, de la mano de plumas poderosas y pacientes que nos invitan a descubrir esa dimensión del pensamiento humanista.
Confiamos en que el asombro puede despertar nuestra visión profunda, así como desencadenar al león dormido de nuestra creatividad, de la construcción de saberes y actitudes nobles puesta al servicio del desarrollo comunitario, social y humano. Bienvenidas todas las personas que, mordidas al menos por la citada curiosidad, deseen sumarse a esta aventura. EP