
En un mundo saturado de ruido y razón, Maricruz Álvarez nos invita a redescubrir el asombro como vía de contemplación, conexión y plenitud, entre la mística, el arte y la filosofía.
En un mundo saturado de ruido y razón, Maricruz Álvarez nos invita a redescubrir el asombro como vía de contemplación, conexión y plenitud, entre la mística, el arte y la filosofía.
Texto de Este País & Eduardo Garza Cuéllar 04/06/25
En un mundo saturado de ruido y razón, Maricruz Álvarez nos invita a redescubrir el asombro como vía de contemplación, conexión y plenitud, entre la mística, el arte y la filosofía.
Existe un lugar libre de los excesos del discurso racional y lejos de los vacíos del ego: el asombro. Ahí, podemos abrirnos a la contemplación de la naturaleza y de los demás, hasta sentirnos vinculados con todo y con todos. Ese es el camino de la paradójica idea mística de vaciarse para plenificarse o hacer silencio para escuchar, como enseñan diversas tradiciones filosóficas y espirituales.
El asombro, descrito de este modo, es un árbol en el que se entrelazan la experiencia estética, la intuición metafísica y la vivencia mística; al tiempo que rinde frutos de unidad en quien lo practica.
El Jam de junio corre a cargo de Maricruz Álvarez, filósofa, artista plástica, profesora y especialista en mística cristiana. Su experiencia en técnicas de contemplación y autoconocimiento la dota de una capacidad extraordinaria para mostrarnos que el asombro puede surgir en todo lo cotidiano, todos los días y en cualquier lugar.
Generosamente nos deja, además de su profunda entrevista, un bonus track con materiales imperdibles de la mística, especialmente preparado para los lectores de Este País.
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