
Conversamos con la artista y abogada argentina Lala Pasquinelli sobre la publicación en México de La estafa de la feminidad.
Conversamos con la artista y abogada argentina Lala Pasquinelli sobre la publicación en México de La estafa de la feminidad.
La estafa de la feminidad (Planeta, 2024) es un ensayo de la artista y abogada argentina Lala Pasquinelli, fundadora de la organización feminista Mujeres que no fueron tapa. En esta obra, la autora explora cómo la cultura de masas reproduce mandatos y estereotipos de género, analizando el ideal de belleza como un dispositivo de control que condiciona la identidad de las mujeres y normaliza la violencia sobre sus cuerpos y psiquis.
A lo largo del libro, la autora invita a reflexionar sobre cómo hackear este sistema patriarcal que utiliza la belleza como herramienta de sometimiento. Basándose en experiencias compartidas y en voces de teóricas feministas, Pasquinelli propone desmantelar estos ideales y construir contrapedagogías que liberen los cuerpos y vidas de las mujeres. Su enfoque busca desnaturalizar estos mandatos y ofrecer alternativas para pensar y discutir el presente que nos toca vivir.
Gina Velázquez (GV): Tu libro La estafa de la feminidad surge de tu experiencia con Mujeres que no fueron tapa. ¿Podrías contarnos sobre el origen y propósito de este movimiento?
Lala Pasquinelli (LP): Mujeres que no fueron tapa nació en 2015, en un contexto muy particular en Argentina, con el primer Ni una menos, que este año cumple 10 años. Había un espacio para que estas conversaciones emergieran con más fuerza. En ese momento, yo quería hablar de la moda como un gran dispositivo de producción de identidades femeninas. Buscando imágenes en el mundo analógico, me topé con las portadas de revistas, que me ofrecían una síntesis muy potente de lo que quería decir sobre la representación de las mujeres.
Ahí me di cuenta de que el ideal femenino está construido a partir de estas representaciones masivas. En aquel entonces, eran las mujeres que aparecían en las portadas; hoy serían las que tienen millones de seguidores en redes. Este ideal se basa en mujeres jóvenes, delgadas, blancas, con el pelo largo y lacio, muchas veces semidesnudas y con una gestualidad sensual. Sus temas de conversación giran en torno al amor heterosexual, la familia, el cuerpo, la dieta y los tratamientos estéticos. En cambio, los hombres son visibilizados por su éxito profesional o económico; su apariencia, su paternidad o su vida personal no son relevantes.
Al ver esto tan claro, empecé a trabajar con las portadas en una obra de collage, creando imágenes con pedacitos de esas revistas. Y cuando empecé a hablar del tema, muchas personas me dijeron: “Yo siempre pensé esto, pero creí que estaba loca o que era la única”. Nos pasa mucho con estos temas: sentimos que estamos solas cuando, en realidad, es algo generalizado. Así nació la comunidad Mujeres que no fueron tapa. No es solo virtual; tenemos muchos proyectos en territorio, como un festival de hackeo de estereotipos en escuelas, donde han participado más de un millón de estudiantes de América Latina. También hacemos un pódcast, editamos libros, damos talleres y espacios de acompañamiento. Este trabajo de 10 años se refleja en el libro.
GV: El proceso de conceptualizar y plasmar en un libro la experiencia práctica de ‘Mujeres que no fueron tapa’ implica un desafío. ¿Cuáles fueron los mayores obstáculos y descubrimientos durante la transición de la práctica a la teoría?
LP: Para mí es parte de lo mismo. Todo lo que hice se apoya en las voces de muchas otras: feministas, científicas, politólogas, sociólogas, antropólogas, filósofas… Argentina tenía muchos datos generados desde la administración pública sobre mujeres en la educación, en el mercado de trabajo, en la maternidad. Todo eso fue clave. También, por supuesto, estudios de referentes como Marcela Lagarde y otras feministas que han aportado a este pensamiento.
Es importante destacar que estas ideas no se nos ocurrieron de la nada. Son parte de una tradición de pensamiento feminista. Además, es clave respaldar lo que decimos con datos, porque la voz de las mujeres siempre se pone en cuestión. Si un hombre escribiera este libro sin citas ni fuentes, nadie dudaría; pero cuando las mujeres hablamos, tenemos que justificarlo todo.
GV: Escribir sobre temas tan profundos seguramente ha tenido un impacto personal. ¿Podrías compartir alguna transformación o aprendizaje significativo que hayas experimentado durante este proceso?
LP: Hacía mucho que ya venía escribiendo y hablando en conferencias y talleres, pero reunirlo todo en un libro, sistematizarlo y conceptualizarlo fue un gran trabajo. Me ayudó a ordenar mis ideas y hoy, que el libro lleva casi un año en Argentina y recién sale en México, me permite seguir reflexionando a partir de él.
GV: Considerando los desafíos actuales en Argentina, ¿cuáles consideras que son los logros más significativos que el movimiento feminista ha alcanzado en términos sociales y políticos desde 2015?
LP: Ahora en Argentina estamos en un momento difícil. Ustedes en México están viviendo algo esperanzador con lo que está pasando en términos de derechos. En Argentina, en cambio, estamos en un franco retroceso. Hace dos días tuvimos una marcha antifascista contra los discursos de odio y la homofobia. A pesar de eso, hay mucho trabajo previo que sigue resonando.
Argentina tiene una tradición de lucha feminista de décadas. Desde los Encuentros Nacionales de Mujeres hasta Ni una menos, todo eso ha construido conciencia. Y aunque hoy enfrentamos un gobierno adverso, no se puede borrar todo lo que hemos avanzado. Las marchas masivas recientes muestran que hay una línea que la sociedad no está dispuesta a cruzar: el reconocimiento de los femicidios, los derechos de las diversidades sexuales, entre otros.
En nuestro trabajo particular, creo que lo que hemos hecho en ámbitos educativos y en el debate sobre los cuerpos y la belleza ha sido clave. Vemos que cada vez más personas cuestionan los ideales inalcanzables que se imponen, aunque también hay herramientas que refuerzan esos estereotipos, como las redes sociales. Seguimos ahí, generando resistencia cultural.
GV: Además de quienes educan y sufren presiones estéticas, ¿qué tipo de impacto esperas que La estafa de la feminidad tenga en la sociedad y qué cambios específicos te gustaría ver?
LP: Me interesa que lo lean todas las personas que lo necesiten, no solo mujeres. Creo que los hombres también pueden encontrarle sentido. Sin embargo, en especial, me gustaría que llegue a quienes están educando o acompañando el crecimiento de infancias, especialmente niñas, pero también niños.Sobre todo, espero que llegue a mujeres que sufren por las presiones estéticas, el paso del tiempo, la obligación de tener pareja o hijos, el “reloj biológico”… todas esas cosas que generan tanto sufrimiento. No es un libro con “tres tips mágicos” para liberarte de los mandatos, sino una invitación a la conciencia y la acción en pequeña escala. No se trata de dar un giro radical de un día para otro, sino de ir transformando la vida cotidiana con el apoyo de otras personas. EP