Si el barco naufraga culpen al Chicharito

Boca de lobo es el blog de Aníbal Santiago y forma parte de los Blogs EP

Texto de 15/04/20

Boca de lobo es el blog de Aníbal Santiago y forma parte de los Blogs EP

Tiempo de lectura: 3 minutos

Combato a los amaneceres. Por eso, después de un mes de cuarentena, al abrir los ojos extiendo la oscuridad cubriendo mi cabeza bajo las frazadas: que no se filtre ni un solo rayito de sol. Peleo contra el arranque de este día tras día caluroso, pastoso, donde las horas, los domingos o los lunes son todos iguales. Si alargo el sueño en mi caverna de telas, aunque sea unos minutos, descuento tiempo al encierro que nos ha mutilado la incertidumbre, la sorpresa y hasta el conflicto, tan necesarios para cada día querer vivir.

Pero ese esfuerzo ayer no sirvió. Di vueltas en mi colchón y, como era imposible seguir soñando, tuve una idea a la que hacía mucho me resistía: puse en mi celular la mañanera. 

No era una pesadilla ni seguía dormido: el presidente que voté atacaba a Thalía, Eugenio Derbez y Chicharito (“me caía muy bien —aclaró, porque— “de lo político no opinaba”. O sea, si piensas no te quiere como su amigo). Sí, se le iba encima a una cantante, un cómico y un futbolista porque pertenecen, jura, a la maligna cofradía conservadora que persigue su ruina. Por eso planteaba a sus enemigos apurar un año la votación sobre la revocación de mandato: “Les ofrezco adelantar la fecha”.

Atónito, seguí oyendo su alegato: no paraba de repetir “conservadores”, “conservador” y “conservadurismo”, y cuando la conferencia acabó busqué en internet la versión estenográfica para saber si yo era un prejuicioso que estaba exagerando, o es verídica su incontinencia verbal. Resultado: en un mismo discurso repitió esas palabras 16 veces. 

¿Hasta dónde ha llegado? Imaginé a un perturbado capitán en medio de una horrible tempestad nocturna que es impostergable superar (el coronavirus) para salvar la vida de la tripulación entera (México), y que con el agua entrando a proa, popa y casco, timón en mano y delirando, con el agua de lluvia metiéndose a su boca, blasfema a gritos contra los animales marinos (un futbolista, una cantante y un cómico) porque ellos, jura en su desvarío, se empeñan en que el barco naufrague, son un monstruo perverso en forma de rabioso oleaje (el conservadurismo) que atenta contra su noble misión. 

El barco da tumbos entre truenos, y en ese momento alza la voz: “marineros, si no les gusta cómo estoy conduciendo, son libres de votar que yo ya no sea el capitán”.

Mientras el gobernador de Baja California del mismo partido que el presidente hizo una súplica de auxilio porque de su lado del barco se están ahogando demasiados —“Me preocupa (el IMSS estatal) más que nunca: es que los mismos médicos están cayendo como moscas”—, mientras sumamos 406 muertos y 5399 infectados (multiplicables por 8, según el sistema Centinela), mientras rompemos nuestro récord de decesos diarios con 74, mientras el IMSS acepta que 329 doctores y enfermeras ya se contagiaron, mientras médicos de todo el país ruegan equipos para protegerse, el capitán dedica el tiempo a hablar contra un futbolista, una cantante y un cómico, y pone en la mesa su partida si así lo decide la tripulación, que en este mismo instante lucha contra el agua que todo lo invade.

Sin imaginarlo, en este drama que ya nos coloca como el país 19 con más muertos de los 194 países del mundo, surgió un líder sanitario nacional como López-Gatell que parece conjugar agudeza y sensatez (es pronto para establecer si su estrategia funcionó). Pero no hubiera estado mal contar con un líder político que nos diera tranquilidad, articulara esfuerzos en todo el país y consiguiera que los estados y sus gobiernos navegaran en la misma dirección y se sintieran arropados. Pero Andrés Manuel no quiso: perdió la oportunidad de alcanzar una dimensión histórica, ésa que tanto anhela desde que nombró 4T a su gobierno.

El barco se hunde y el capitán enloquece. O quizá no, y a propósito solo busca que no observemos el abismal vacío de gobierno y con ese objetivo se asume como víctima e inventa un cuentito de buenos y malos (conservadores vs. progresistas), y pierde minutos vitales para la supervivencia nacional hablando en plena tragedia sobre cantantes, cómicos, futbolistas.

Hacer el ridículo no parece una idea muy brillante. EP

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