Diez del veinte: o aprendiendo a insignificar

Seis grados de separación es el blog de Sylvia Aguilar-Zéleny y forma parte de los Blogs EP

Texto de 11/01/21

Seis grados de separación es el blog de Sylvia Aguilar-Zéleny y forma parte de los Blogs EP

Tiempo de lectura: 4 minutos

Comienza a quedarme claro que lo mío, lo mío, son los ciclos de diez años.

Inicié el 2000, por ejemplo, divorciada, con un bebé en brazos y sin empleo. Pero fueron precisamente estos tres elementos los que me obligaron a sacudirme el siglo anterior e iniciar el nuevo con actitud. Comencé a construir un yo materno, a darle uso a ese título de Licenciada en Letras Hispánicas (utilísimo, como pueden imaginarse) y a investigar qué demonios quería yo de la vida.

Medianamente logrado lo anterior, en 2010, decidí apropiarme de mí. Dejé una ciudad, un país, una carrera (y al hijo momentáneamente) para iniciar un posgrado y hacer algo más preciso con lo recorrido los años anteriores. Para ello, descubrí que necesitaba leer más y más y más mujeres. Con ellas aprendí  a ser/decir: soy escritora y soy profesora de escritura. Comencé, también, a acuerpar la frontera: geográfica, emocional y creativamente. De los amores o tropezones de esos años otro día hablamos. O no.

En 2020 decidí que todos mis esfuerzos se iban a concentrar en lo que amo: mis amigas, obvio, pero también en leer, escribir, enseñar, y compartir (en este blog por ejemplo). Pero 2020 vino a escupirnos en nuestras caras nuestros esfuerzos de lo que sea, hasta de respirar. De ahí que el verbo “concentrar” tomara otro giro. Nadie de nosotrxs podía concentrarse en nada. Así que un poco intuitivamente, un poco dejándome llevar por las oleadas de esta pandemia, leí más que nunca. Dejo aquí libros que, como los ciclos de diez años, nos invitan a sacudirnos lo que ya no necesitamos o apropiarnos de lo que fuimos, para ser lo que realmente podemos ser. Sirva esta lista como un mapa para habitar esta nueva década. 

Aclaración: aunque tengo mis issues con las categorías de géneros literarios, aquí si están en su función natural de darle un acomodo al librero:

CUENTO

Quisiera quedarme quieta, Lilián López Camberos. Dharma Books

Los árboles, Claudia Peña Claros. Editorial El Cuervo.

Quiltras, Arelis Uribe. Paraíso Perdido.

La atención de estas tres cuentistas está puesta en los detalles concretos y significativos en la vida de sus personajes. Lugares, objetos, momentos que detonan la memoria, hilvanan el futuro, o desgajan el presente. Mientras los personajes de Peña Claros pareciera que siempre están a punto de entrar a una catástrofe, los de López Camberos la presienten y los de Uribe la habitan sin saberlo. Estas tres colecciones de cuentos no son atravesados por los “grandes” temas, sino por otros que, desde lo doméstico y personal, se vuelven más dolorosamente profundos.

NOVELA

Panza de burro, Andrea Abreu. Editorial Barrett.

Las malas, Camila Sosa Villada. Tusquets.

Weather, Jenny Offil. Knopf

Sosa Villada y Abreu se encaminan con personajes que rompen la norma. En Las malas encontramos mujeres trans que poseen dones, hacen milagros o tienen alas, pero aún así no se escapan de la violencia de la calle. En Panza de burro descubrimos a dos niñas que, diferentes a todas las del pueblo, se inclinan por ir contra corriente, donde de por sí ya se vive a contracorriente. Ambas autoras, eso sí, construyen un discurso que, disidente, brilla hasta en el rincón más opaco. 

El de Offil es un caso distinto, fiel a esa manera particular de adentrarnos anacrónica y fragmentariamente en la vida de sus protagonistas. Esta es la historia de una bibliotecaria, esposa, madre, hermana, pensadora firme quien entre el empleo, cuidar al hijo o al hermano adicto (o a la bebé del hermano adicto) observa sus días como quien observa el clima antes de salir de casa sin saber o sabiendo perfectamente lo que se viene.

NO FICCIÓN

Voyager, Nona Fernández. Random House.

La autobiografía del algodón, Cristina Rivera Garza. Random House.

My Autobiography of Carson McCullers, Jane Shapland. Tin House.

Yo creo que el 2020 fue sin duda el año de la no ficción, y no lo digo por lo que vivimos, sino por las posibilidades que en este género encontraron tantas autoras. Juro que podría poner más de tres libros aquí, pero me quedo con estos que, mirando el pasado, construyen un presente y especulan un futuro. La planta del algodón, la enfermedad de una madre, y la ropa de una famosa escritora, llevan a Rivera Garza, Fernández y Shapland en una travesía que hacen de lo personal algo político y tremendamente afectivo. 

“Nací olvidando, eso parece. Todos lo hacemos”, dice Nona Fernández y estas tres autoras se niegan a eso: a olvidar y que olvidemos. 

POESÍA

Obra Poética, Chantal Maillard. Tusquets/Storytel.

Por alguna pandémica razón, me costó muchísimo leer poesía. Iniciaba cosas y las dejaba. No se culpe a lxs autorxs, en todo caso por más que pesqué libros que parecían refugio, yo simplemente no podía dejarme entrar. Era como preferir estar bajo la lluvia y que el agua se llevara mi sentir, que quedarme a habitarlo. Entonces, me topé con este audiolibro que contiene Hainuwele y otros poemas, Matar a Platón, Hilos seguido de Cual, La herida en la lengua, Cual Menguando y Medea. Todos leídos con la voz de la misma Maillard. 

La filosofía y el estudio de las religiones, lo sabemos, es un eje de la poesía de esta autora de ahí que en estos poemas la condición humana sea observada desde y porque su devenir. 


Pues eso, cerré una década con grandes libros y aunque pienso que se abre una con otras valiosas apuestas, he aprendido con estas autoras, pero en especial con Maillard que si hay que “escribir para insignificar” también hay que (leer para) insignificar. EP

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