Shhh, silencio, el presidente está escuchando a Eugenia León

Boca de lobo es el blog de Aníbal Santiago y forma parte de los Blogs EP.

Texto de 12/05/21

Boca de lobo es el blog de Aníbal Santiago y forma parte de los Blogs EP.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Es cierto que no solo México, sino el mundo entero, es un sudario. En cada amanecer vemos trapos y trapos y trapos que cubren difuntos y más difuntos. La sensación es que no hay escapatoria: esta semana, un atentado en Kabul a una escuela de niñas, sí, niñas, dejó 85 víctimas mortales. Los bombardeos con cohetes entre Israel y Gaza han dejado por lo menos 38 muertos (12 niños). En Colombia van 47 muertos en las protestas contra el presidente Duque. Y el infierno de India acuchilla la esperanza de toda la Tierra: en cálculos conservadores los infectados por día superan sobradamente los 400 mil seres humanos, con 4 mil muertos.

Para el punto cardinal que giremos, habrá una nueva desgracia. Pero también si nos vemos al espejo no soportamos nuestra imagen. El fin de semana, la infinita reinvención de nuestro horror nos contó esta escena: hombres con capuchas y uniformes negros con el rótulo del Cártel Jalisco Nueva Generación irrumpen en una vivienda y se llevan en una camioneta a Ana Karen, José Alberto y Luis Ángel, tres jóvenes de Guadalajara. Ana Karen trabajaba en una empresa automotriz, José estudiaba Geografía en la Universidad de Guadalajara y era músico, igual que su hermano, que además era serigrafista. ¿Por qué no pudieron seguir viviendo? ¿Cuál fue su culpa? 

Su culpa fue haber nacido en México, tan certero para construir símbolos macabros. Justo la mañana del lunes, Día de las Madres, supimos que los tres hermanos de entre 24 y 32 años ya habían sido hallados muertos en la comunidad El Pueblito. Esa fue la noticia que también recibió su madre, en su día. En los mismos minutos en que un país se acongojaba por otras tres vidas que se fueron sin ninguna lógica, de la manera más escalofriante e injusta, el presidente oía sonriente a su admirada Eugenia León cantar Las Mañanitas, convertido Palacio Nacional en un palenque. 

Y no solo eso: fuera de Palacio, decenas de madres que quieren de regreso a sus hijos desaparecidos a la vez que justicia tocaban a la puerta. Solo querían hablar con su presidente: ¿Andrés Manuel sabrá algo de nuestros hijos? “Disculpen, pero él no las puede atender: aunque es hombre está disfrutando el concierto para las madres. Otra mujer, al rato, las atenderá. Olga Sánchez Cordero sí anda desocupada, se hará un huequito. El señor, no. Déjenlo festejarlas a ustedes, mamás”.

Bajo advertencia no había engaño: más temprano había avisado que en honor a las madres no habría preguntas de los reporteros, aunque seguramente miles de madres hubieran querido que su día sirviera no para otras Mañanitas y quizá ya ni siquiera para saber dónde están sus hijos, sino para conocer a grandes rasgos, en voz de su mandatario, la estrategia oficial para encontrarlos.

Podemos estar de acuerdo o no, pero sabemos cómo quiere la actual administración sacar adelante la economía del país: con una nueva refinería. Sabemos cómo desahogará el tráfico aéreo: con un austero nuevo aeropuerto. Sabemos cómo combatirá al reclutamiento de la delincuencia organizada: con becas a jóvenes de 4 mil pesos. Sabemos cómo lucha contra el narco: pidiendo a las mamacitas que cuiden a sus hijos y promoviendo la política de más abrazos y menos balazos. Sabemos cómo promueve la actividad física: fomentando el béisbol porque quién dudaría que es el mejor deporte. Hasta ahí, perfecto: aunque las estrategias a veces den lástima, están muy claras.

¿Y cómo se combate la desaparición forzada? ¿Cómo estamos buscando a las 77 mil 171 mujeres y hombres de los que no sabemos nada? ¿Cómo estamos luchando para garantizar el derecho a la vida y que nunca más un comando irrumpa a un hogar, se lleve a tres jóvenes y luego aparezcan asesinados? 

Shhh, silencio, el presidente está escuchando a Eugenia León. EP

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