Y un día la 4T gritó: ¡qué vivan los aspiracionistas!

Boca de lobo es el blog de Aníbal Santiago y forma parte de los Blogs EP.

Texto de 09/12/21

Boca de lobo es el blog de Aníbal Santiago y forma parte de los Blogs EP.

Tiempo de lectura: 3 minutos

A Cipriano de Cartago, Juan Casiano y otros escritores del cristianismo naciente los incomodaban mucho las inclinaciones de la carne, y mucho menos la acumulación de riqueza. La indignación que les causaba la lujuria era mucho mayor que los otros seis pecados capitales que engendraron en sus textos; entre ellos, el enriquecimiento, al que no llamaron así, sino avaricia, un eufemismo de lo que en realidad quiere decir “afán desmedido de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas”. Es lógico que hasta hoy la iglesia católica, opulenta, use un nombre más o menos impreciso —ya que también existen avaros que no son ricos— para definir el pecado en que ella misma siempre cae. Razonable, si la acumulación de fortunas es, usualmente, a costa de la indigencia de las masas. En el mejor de los casos, la iglesia católica recomienda: “si tienes mucho dinero, suelta unas limosnas para no ser pecador capital cayendo en la avaricia”.

En esta letanía de país que somos, con 56 millones de pobres y pocos multimillonarios, siempre hemos andado mal de ira (ya van 106 mil asesinados en el sexenio), gula, soberbia, lujuria, pereza (sobre todo en la cima del poder), envidia, pero nada supera a la avaricia. En la desorbitada ambición de las élites poquitos viven como en Dubái, mientras los demás se las arreglan a lo Chimalhuacán. Se ha vuelto normal que un año sí y otro también contemos con el hombre más rico del planeta, y que en ese mismo México tengamos a la clase política más acaudalada de todos los continentes. Mientras tanto, nuestra población languidece dentro de las fronteras, o bien camina por un desierto mortal y nadando un río peligrosísimo para huir de lo que somos y así poder comer en otro país. Dan vueltas en nuestras entrañas cancerígenas esos dos México.

“…siempre hemos andado mal de ira (ya van 106 mil asesinados en el sexenio), gula, soberbia, lujuria, pereza (sobre todo en la cima del poder), envidia, pero nada supera a la avaricia”.

A este gobierno, a diferencia de aquellos escritores cristianos, el pecado capital que más le enfurece es la avaricia, o por lo menos eso nos dice. Porque al final es hueca, la nada, aquella frase juarista de “el funcionario debe aprender a vivir en la justa medianía” que el presidente repite con muchísima satisfacción, con tanto placer como si saboreara un postre delicioso, cuando se coteja con los magnates morenistas Manuel Bartlett, Napoleón Gómez, o con Santiago Nieto, de quien se acaba de revelar su pecado capital. El hombre que fue titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) se apresta a vivir como emperador aunque sea mediante préstamos estratosféricos que, por cierto, recibe gracias a su capacidad económica (el vendedor de jícamas con chile de Neza jamás accederá a esos préstamos). En los dos años que dirigió a la UIF adquirió tres casas valuadas en 24 millones, 8 millones y 1.6 millones de pesos. 

Es decir, hay un placer muy grande en el discurso oficial por la palabra santa, “austeridad”, en oposición al neologismo maldito que, jura el presidente, engendra a todo mal: “aspiracionismo”. Pues resulta que varios de su equipo son aspiracionistas, y mucho más que eso. Esta semana el periodismo nos reveló que el personaje número uno en la impartición de justicia de México, Alejandro Gertz Manero, no sólo usa su poder para destripar como gusanos bajo su suela a los parientes que odia, sino que se dio un pequeño lujo incomprensible para los simples mortales: se compró 122 coches, casi todos Mercedes-Benz, aunque por ahí hay un Rolls-Royce. 122, delirante. Además, en 2013 obtuvo 4 millones de dólares vía Bank of America, y en sus cuentas recibe otros tantos millones y millones aún de origen dudoso. ¿Y su declaración patrimonial? Bien, gracias: no existe. 

“…hay un placer muy grande en el discurso oficial por la palabra santa, austeridad, en oposición al neologismo maldito que, dice el presidente, engendra a todo mal: aspiracionismo“.

El Universal nos relató que por esas razones la UIF lo estaba investigando, y nos alegramos: el gobierno de la austeridad republicana estaba indagando por qué una de sus más grandes figuras era tan poco austero. Qué ético gobierno. Aunque sabemos que Nieto es archienemigo de Gertz, lo que podría ser una vendetta personal arrojaría datos sobre la justicia o no de la inconmensurable riqueza de nuestro justiciero número uno. Si La Verdad sale ganando por los odios que no matan, sino sólo se mantienen en lo político, bienvenidos incluso los odios.

Pero qué poco nos duró la alegría. La UIF se aprestó a publicar una nota para desmentir tajantemente que esté investigando a Gertz. Lo investigue o no, es una desgracia que esa oficina quiera mostrarse desinteresada ante la opinión pública por la fortuna inaudita de un hijo pródigo de la familia morenista, a la que pertenecen la propia UIF y la Fiscalía General de la República.

El octavo pecado capital de la avaricia, o sea el enriquecimiento, en este caso de los servidores públicos, les importa bastante poco. Al diablo con la austeridad republicana: sin son de su equipo, ¡qué vivan los aspiracionistas! EP

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