Los límites planetarios: ¿un nuevo modelo de política global?

Nuestra relación con el planeta es insostenible: hemos superado límites ambientales críticos, enfrentando consecuencias como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. No podemos separarnos de la Tierra, pero debemos adoptar políticas sostenibles y redistributivas. Es urgente restaurar el equilibrio para garantizar un futuro habitable.

Texto de & 16/01/25

Nuestra relación con el planeta es insostenible: hemos superado límites ambientales críticos, enfrentando consecuencias como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. No podemos separarnos de la Tierra, pero debemos adoptar políticas sostenibles y redistributivas. Es urgente restaurar el equilibrio para garantizar un futuro habitable.

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“Yo me peleo si hay que pelear, agarro el camino si me dicen que hay que caminarlo, salto la barda para rescatar el balón o bajo al agujero si cayó en lo profundo. Y bajaré al Hades cuantas veces haga falta para cruzar los límites para componer el relato.”

Alma Delia Murillo, La cabeza de mi padre

Las relaciones humanas son esenciales para nuestra existencia; nos conectan, nos enriquecen y, en muchos casos, nos definen. Sin embargo, no todas las relaciones son armónicas. ¿Quién no ha enfrentado vínculos complicados con amigos, parejas o familiares que nos dejan emocionalmente agotados? En esas situaciones, solemos escuchar consejos sobre la necesidad de establecer límites para evitar el desgaste. Pero, ¿qué ocurre cuando llevamos esta misma reflexión a nuestra relación con el planeta? En este vínculo, también somos testigos de excesos, desequilibrios y consecuencias devastadoras, pero, a diferencia de las relaciones personales, aquí no existe la opción de “alejarnos” o terminar con el vínculo. Estamos intrínsecamente unidos a la Tierra, y esta conexión plantea desafíos que no podemos ignorar.

Lo mismo sucede con el planeta: nuestra relación con él es claramente insostenible, y las señales están por todas partes. En el siglo XVIII, quién hablaba de lo inexorable del clima, quién se imaginaba que las ciudades ahora se inundan, como Valencia en España, y meses después sufrieran de sequías terribles, a tal magnitud que gente muriera por olas de calor. Quién podría imaginar todo lo que acarrearía la Revolución industrial. Esa gran aceleración, en la que todos los indicadores socioeconómicos y los que tienen que ver con sistema terrestre crecieron exponencialmente, síntomas de que nuestra relación con el planeta es insostenible: crecimiento poblacional, urbanización, globalización, consumo de combustibles fósiles, producción de bienes y servicios, cambio climático, acidificación de los océanos y otros más.

Nuestra relación con el planeta es de excesos y lo sabemos, pero, a diferencia de una relación interpersonal en la cual podemos, como último recurso, alejarnos, nosotros no podemos dejar a nuestro planeta ni separarnos de él. Estamos intrínsecamente unidos a la Tierra, que, a diferencia de nosotros, podría seguir fácilmente sin nuestra especie.

Un grupo de científicos de todo el mundo se dio cuenta de lo que sucedía y ha decidido poner claras las cosas; es decir, describir los límites en los cuales nos estamos pasando de la raya. Johan Rockström1 y 28 científicos más (2009), realizaron una investigación titulada Límites planetarios: Explorando el espacio operativo seguro para la humanidad. Esta fue innovadora al abordar la identificación de los procesos fundamentales del sistema Tierra, cuantificar el grado en que han sido alterados por la actividad humana y definir un marco de operación segura que respete estos límites. Las variables a tomar en cuenta son cambio climático, contaminación química, reducción del ozono estratosférico, aerosoles atmosféricos, acidificación del océano, flujos biogeoquímicos, agua dulce, cambio de uso de suelo e integridad de la biosfera (estado de la biodiversidad)

Los límites planetarios subrayan que el sistema terrestre tiene umbrales biofísicos que no deben superarse, si se quiere mantener un entorno seguro para la humanidad. En estos momentos, los seres humanos operamos en un espacio peligroso; exceder los límites planetarios pone en peligro la estabilidad del sistema terrestre y, con ello, las condiciones que permiten la vida tal y como la conocemos en el planeta.

Hoy, a casi 16 años de dicha publicación, pareciera que no hemos aprendido nada: seguimos rompiendo récords de temperaturas máximas cada verano y de niveles mínimos de cobertura glacial cada invierno. “Hemos entrado en territorio desconocido”; así lo dijo Copernicus, un sistema de información climático global de la Unión Europea: ha indicado que se han registrado temperaturas récord en el Océano Atlántico. Este hecho tiene que ver con complejas variables climáticas globales de corto y largo plazo que dan como resultado este fenómeno de altas temperaturas en la superficie del mar. En pocas palabras, la evidencia del cambio climático se manifiesta con hechos inéditos. Desde mayo de 2024, se registraron temperaturas récord en la superficie del mar, como nunca se habían registrado, y esto continuó en junio. Estamos ante una ola de calor sin precedentes. En el Océano Pacífico tropical, se observan valores similares derivados del fenómeno de El Niño; México está inmerso en este fenómeno, ¿qué consecuencias hubo para nuestro país?

Mucho calor y trenes

“Ola de calor mortal en México…” fue el encabezado de un periódico global sobre los acontecimientos registrados en 2023 por un fenómeno climático de calor que se vivió en el país (especialmente las ciudades). Ciento doce personas murieron por deshidratación o causas derivadas por la exposición excesiva a esas altas temperaturas. Probablemente las víctimas pertenecían a los estratos sociales más vulnerables de nuestro país. 

Mientras eso sucedía, surgió la frase “¡Me canso ganso!” del ahora expresidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para afirmar que sí acabaría la construcción del Tren Maya. Este tipo de megaobras, sin ningún tipo de planeación ni estudio previo para minimizar su impacto, traerán más problemas que soluciones a todo el socioecosistema.

El bienestar futuro de todas las personas –en especial de poblaciones vulnerables de la península de Yucatán– está en juego por la pérdida sistemática de biodiversidad y ecosistemas. La fragmentación de la selva por la construcción del tren traerá otro tipo de actividad que no está regulada en la región; el cambio de uso de suelo de selva a urbano o comercial. Esto hará que la pérdida de biodiversidad sea mayor, causando un impacto, comparativamente hablando, como el de las emisiones de CO2 en el planeta. En otras palabras, los impactos de la pérdida de diversidad biológica en los procesos ecológicos pueden ser lo suficientemente grandes como para igualarse con los daños de muchos otros impulsores planetarios del cambio global que se están atestiguando.

Si no queda claro, “Otis dejó las aulas sin techos y John las llenó de lodo”; fue la frase lacónica de un reportaje en la cual se puede resumir lo que pasó en Acapulco, Guerrero. En este sitio, los límites planetarios ya fueron rebasados, y como ya lo hemos dicho antes, la población más pobre es la que sufre más. De acuerdo con el hoy extinto Coneval, 60% de la población del estado de Guerrero está en situación de pobreza. ¿Cuál fue la respuesta del gobierno a la destrucción de Acapulco con Otis?: ¡reconstruyamos! ¿Y cuál fue la reacción del gobierno con John?: ¡reconstruyamos! Está claro que esas soluciones reactivas no subsanan desde lo estructural. Por lo tanto, la pregunta aquí sería: ¿Qué haríamos ahí? ¿Qué política pública podríamos implementar? ¿Qué tal que empecemos a restaurar el socioecosistema?

No podemos entender el contexto del Tren Maya y lo sucedido en Acapulco, sin situarnos dentro del sistema económico mundial. Dicho sistema estipula que, para erradicar la pobreza extrema –por cierto, agudizada por el covid-19– y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU, países de bajos y medianos ingresos deberían crecer a una tasa anual del 6% y el consumo interno, debería aumentar por arriba del 2%, más rápido que el promedio mundial. Dicha lógica de crecimiento y consumo utiliza los recursos naturales del planeta como si fueran infinitos. 

Las bases y estándares económicos globales del business as usual, colocan a países como México, en una suerte de paradoja inmoral: abordar efectivamente el problema de la pobreza estructural o enfrentar el cambio climático que nos llevará a la extinción por la pérdida de la biodiversidad. De hecho, ya estamos inmersos en la sexta extinción masiva registrada en el planeta. 

Entre anti-COP y un 10% poderosísimo

En la COP27 –Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático–, se destacó que América Latina requiere una inversión anual equivalente al 3.7 % y 4.9 % de su PIB regional hasta 2030, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Sin embargo, en 2020, el financiamiento climático en la región apenas alcanzó el 0.5 % del PIB.

Uno de los principales impulsores del cambio climático es la enorme desigualdad entre las personas y los países. Mientras el 50% de la población mundial emite solo el 10% de los gases de efecto invernadero, el 10% más rico es responsable de aproximadamente el 50% de las emisiones de CO2. Vale la pena destacar cómo estas incongruencias han llevado a la creación de espacios alternativos para reflexionar sobre la historia compartida de resistencias frente al despojo, el extractivismo y los megaproyectos, que a menudo terminan dejando la responsabilidad de resolver los problemas en las mismas comunidades afectadas. Porque sí, la mayor parte de estas emisiones provienen de personas y países con altos ingresos. 

Por eso, destacan estos cuestionamientos centrales: ¿cómo gestionar nuestros ecosistemas de manera sostenible y sacar de la pobreza a esta población? ¿Cómo hacer para estar de nuevo en un espacio seguro?¿Por qué no existe un movimiento global que ponga en la agenda pública este problema que es tan evidente? Responder estas preguntas necesita deshilar y cuantificar las complejas –e innumerables– interconexiones entre el consumo y las huellas de carbono que afectan a todo el mundo, a todas las escalas.

Una posible respuesta a los desafíos globales radica en el poder que ejerce el 10% más rico de la población. El poder político, controlado por individuos, grupos o élites, es un recurso clave. Aquellos que ostentan el poder suelen estar bien posicionados y ¿qué mejor lugar que pertenecer al 10% más rico del mundo?  Esta élite lo ejerce y lo aplica sobre los demás para obtener un determinado objetivo, y tiene fuerza, influencia y autoridad. En resumen, este grupo decide qué problemas globales se priorizan y establece la agenda pública. Como indica Valles (2000), hacen política para “…impedir que la gente participe en los asuntos que le conciernen.”

Ahora bien, las relaciones de poder político no son estáticas. Cambian en el contexto histórico social y tienen numerosas interconexiones locales, regionales y globales; de ellas se derivan nuevas retroalimentaciones. El sistema político interactúa constantemente con su entorno, compuesto por factores sociales, económicos, culturales y ambientales, que influyen en las demandas y los apoyos que recibe.

Hoy en día, las demandas del 90% de la población cambian de una manera vertiginosa. La estabilidad política para mantener estables las presiones externas e internas que sugería Easton (1957), observa fragilidad en varios frentes de la institucionalidad global, sociales, climáticas y económicas. La resiliencia del sistema global, entendida como la capacidad de los sistemas sociales y ecológicos para absorber perturbaciones y reorganizarse mientras se producen cambios, sin perder su funcionamiento esencial o su identidad, está siendo retada por las nuevas condiciones políticas globales y climáticas.

La evidencia científica y social sugiere que estamos cerca de un cambio importante, una transformación que traerá nuevas estructuras y dinámicas. Justo ahora existen en el mundo un conjunto de fenómenos sociales y cambios en el poder político que generan reacciones mixtas en el escenario mundial. Hay una redistribución del poder político en países como Estados Unidos, México y varias naciones de Europa. También existen inicio de guerras, continuación de otras y recrudecimiento de todas.

¿Cómo podemos dar prioridad del bien común global sobre los intereses del 10%?

En este contexto de cambio, la redistribución del poder en la sociedad afecta e influye en cómo se diseñan e implementan nuevas políticas públicas. Lowi (1972)2 indica que existen contextos en que la naturaleza de las políticas influye en el comportamiento de los que detentan el poder político y en la forma en que los diversos actores sociales toman decisiones. Esto podría ser una oportunidad —aunque lejana— para reorganizar la gobernanza global basándonos en los “límites planetarios” como marco para una política pública general. 

Theodore Lowi y Johan Rockström en sus dos artículos, “Four Systems of Policy, Politics, and Choice” y “Planetary Boundaries: Exploring the Safe Operating Space for Humanity”, proponen plataformas que pueden guiar el diseño de políticas públicas que permitan un desarrollo sostenible y mantengan a la humanidad en un espacio seguro.

Lowi (1972) clasifica las políticas públicas en cuatro tipos: distributivas, regulatorias, redistributivas y constitutivas. Rockström (2009) propone un marco global de acción basado en los límites planetarios. Estas ideas pueden combinarse para diseñar políticas ambientales sostenibles que equilibren intereses diversos y contradictorios, mediante marcos regulatorios y redistributivos, como sugiere Lowi.

Rockström plantea un rediseño de cómo repensar las prioridades económicas y transitar a la sostenibilidad del planeta, lo cual implica redistribuir recursos, responsabilidades y beneficios entre países, empresas y personas. Esto enfrentaría una fuerte resistencia por parte de empresas que se benefician del status quo basado en energías fósiles. Según Lowi, las políticas redistributivas, al intentar modificar la distribución de recursos entre sectores, son usualmente rechazadas por las estructuras dominantes, lo que demanda coaliciones de gobernanza amplias para ser implementadas.

Lowi también propone un enfoque constitutivo para diseñar un nuevo pacto mundial que redefina la toma de decisiones y promueva políticas públicas orientadas al bien común. Rockström complementa esta visión al destacar la necesidad de reformar instituciones internacionales, marcos legales y acuerdos multilaterales, integrando los límites planetarios en las decisiones globales. Esto implica ajustar las reglas de gobernanza global, en sintonía con las políticas constitutivas de Lowi.

La política, las relaciones humanas y el planeta son sistemas complejos, interdependientes y dinámicos, que requieren soluciones flexibles y adaptables a cambios, ya sean graduales o drásticos. Diseñar políticas públicas globales demanda un enorme consenso, evaluaciones constantes de viabilidad y el compromiso de los líderes internacionales. También exige que el 10% más rico del mundo reconozca que, sin un planeta habitable, el control económico no tiene sentido. Habrá que ir al límite del mundo, ya fuera en los confines del océano a buscar la posibilidad de continuar en esta Tierra. 

No necesitamos un divorcio masivo entre los países, porque nuestro vínculo con el planeta y nosotros es inquebrantable. EP

Referencias

1.    Seto, K. C., Parnell, S. & Elmqvist, T. A global outlook on urbanization. in Urbanization, Biodiversity and Ecosystem Services: Challenges and Opportunities: A Global Assessment 1–12 (Springer Netherlands, 2013). doi:10.1007/978-94-007-7088-1_1.

2.    Steffen, W., Broadgate, W., Deutsch, L., Gaffney, O. & Ludwig, C. The trajectory of the anthropocene: The great acceleration. Anthr. Rev. 2, 81–98 (2015).

3.    Steffen, W. et al. The anthropocene: From global change to planetary stewardship. in Ambio vol. 40 739–761 (2011).

4.    Rockström, J. et al. Planetary Boundaries:  Exploring the Safe Operating Space for Humanity. Ecol. Soc. Publ. online Nov 18, 2009  | doi10.5751/ES-03180-140232 14, (2009).

5.    Rivas M.I., Ayala-Azcarraga C., Z. L. Jaguares hambrientos y niños famélicos – Este País. Este País (2019).

6.    Dirzo, R. et al. Defaunation in the Anthropocene. Science vol. 345 401–406 at https://doi.org/10.1126/science.1251817 (2014).

7.    Yonzan, N., Lakner, C. & Mahler, D. G. Projecting global extreme poverty up to 2030: how close are we to World Bank’s 3% goal? (2020).

8.    Dirzo, R., Ceballos, G. & Ehrlich, P. R. Circling the drain: the extinction crisis and the future of humanity. Philos. Trans. R. Soc. B 377, (2022).

9.    Bruckner, B. et al. Impacts of Poverty Alleviation on National and Global Carbon Emissions. EnerarXiv (2021).

10.  Joseph, V. Ciencia Política: una introducción. (2000).

11.  Easton, D. An Approach to the Analysis of Political Systems. World Polit. 9, 383–400 (1957).

12.  Walker, B. H. Resilience: what it is and is not. Ecol. Soc. 25, art11 (2020).

13.  Lowi, T. J. Four Systems of Policy , Politics , and Choice Public Administration Review is currently published by American Society for Public Administration . Public Adm. Rev. 32, 298–310 (1972).

14.  Vogt, J. & Cortez, C. Urban social-ecological systems. in Encyclopedia of the World’s Biomes vols 5–5 35–47 (Elsevier, 2020).15.  Majone, G. Evidencia argumentación y persuasión en la formulación de políticas. (Fondo de Cultura Económica, 1997).

  1. Rockström es un científico sueco clave en la lucha contra el cambio climático, conocido por el concepto de límites planetarios, que define los límites críticos para mantener la estabilidad del planeta. Su trabajo guía acciones para evitar daños irreversibles en los sistemas esenciales de la Tierra y promueve soluciones sostenibles y transformaciones globales. []
  2. Theodore Lowi fue un destacado politólogo estadounidense, conocido por su clasificación de las políticas públicas en distributivas, redistributivas, reguladoras y constitutivas. Su enfoque resalta cómo el tipo de política determina la dinámica de poder y conflicto en su implementación, siendo clave para entender y diseñar políticas más efectivas y democráticas. []
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