Los desafíos para el futuro de la Secretaría de Relaciones Exteriores

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030, presenta la sección Replantear la presencia de México en el mundo, coordinada por Susana Chacón y Olga Pellicer.

Texto de 19/02/24

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030, presenta la sección Replantear la presencia de México en el mundo, coordinada por Susana Chacón y Olga Pellicer.

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Cuando hay un cambio de administración presidencial, como ocurrirá en México en el 2024, es un buen momento para evaluar el rumbo de la política exterior y pensar cuáles deberían ser sus características para representar de la manera más efectiva y eficiente los intereses de México y los mexicanos en el mundo. Siendo así, cabe preguntarse qué cambios estructurales son necesarios en la política exterior de México y en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para cumplir con este objetivo. Este documento presenta los principales desafíos que enfrenta la SRE en el futuro, así como diez recomendaciones, un decálogo, de acciones estratégicas necesarias para que la SRE pueda ejecutar una política exterior de Estado que refleje a nivel internacional la importancia y poder relativo del país en el mundo, promoviendo y defendiendo los intereses de México y los mexicanos a nivel global.

“[…] el presupuesto de la SRE siempre ha sido muy bajo, entre el 0.3 y 0.4 % del Presupuesto de Egresos de la Federación…”

I. Problemática

Una forma de medir el nivel de prioridad de una política pública es a través del presupuesto que se le asigna. Por ello, una política exterior pobre (en términos de facultades, presupuesto, personal, infraestructura de representaciones en el exterior, imagen, estrategia y prioridad política) es una pobre política exterior. Frente a los grandes desafíos que le plantea el mundo de hoy y las oportunidades que abre a su desarrollo, México no cuenta con una política exterior que opere con visión estratégica, ni con el andamiaje y las capacidades institucionales y presupuestales para prever y responder en congruencia a los retos globales. Por el contrario, la política exterior está lejos de tener la alta prioridad que debiera dentro de la acción gubernamental y, más lejos aún, de ser una política de Estado que detente el respaldo de sectores que son clave en la vida nacional. Los grandes desafíos que enfrenta actualmente la SRE son en buena medida resultado de ello

Lo anterior ha sido una realidad por lustros —por ejemplo, el presupuesto de la SRE siempre ha sido muy bajo, entre el 0.3 y 0.4 % del Presupuesto de Egresos de la Federación—, pero en los años recientes la precariedad presupuestal se ha acentuado de forma notable por las reducciones de recursos que ha sufrido la SRE. Tal parece que ello ha respondido a una visión estrecha de los gobernantes sobre la naturaleza, el alcance y el potencial que tiene la política exterior para contribuir a la defensa y promoción del interés nacional y, con ello, al progreso y bienestar económico y social de los mexicanos. Más que entender la política exterior como un medio para impulsar los fines del Estado mexicano ha sido vista como una forma de apoyar los objetivos de política interna del gobierno en turno. Más que utilizarse como un instrumento para actuar con una visión de largo alcance, generalmente ha sido el vehículo para atender cuestiones de interés político coyuntural con visión de corto plazo.

Por lo tanto, el mayor desafío que enfrenta la SRE en el futuro es que exista una estrategia de gobierno realista, fundamentada y coherente que represente la voluntad y la visión necesarias para contar con una política exterior de Estado que esté entre las más altas prioridades en la edificación de un proyecto nacional que asegure al país estabilidad, gobernabilidad y progreso para todos. Tal política externa debe, por definición, sumar y conjugar la participación de los sectores político, gubernamental (de los tres Poderes de la Unión y de los tres órdenes de gobierno), empresarial, académico y social de manera que se produzca una visión compartida que trascienda aquella del gobierno en turno y los intereses parciales de los grupos de poder económico que más influyen en la vida nacional. Es la SRE la instancia encargada de coordinar y representar efectivamente esta diversidad de posiciones e intereses. Asimismo, es necesario admitir que la sociedad mexicana tampoco le ha reconocido a la política exterior el lugar destacado que debería ocupar en los asuntos públicos. Siendo así, un desafío adicional para la SRE será posicionar la importancia, relevancia e impacto de la política exterior para el bienestar nacional entre la opinión pública.

II. Propuestas de políticas públicas

Para que la política exterior tenga la alta prioridad que merece y sea una política de Estado, se debe fortalecer de manera sustantiva el andamiaje institucional y las condiciones para que la SRE, como eje de una acción gubernamental concertada y con apoyo de la sociedad, cuente con las condiciones políticas e institucionales que son necesarias para cumplir con sus objetivos y atender los desafíos que enfrentará. Para ello, es fundamental que, cuando menos, en términos de capacidades institucionales, la SRE y la política exterior de México resuelvan los retos principales con base en las siguientes recomendaciones y propuestas de política pública.

En primer lugar, la SRE debe tener todas sus facultades claramente definidas jurídicamente en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal (LOAPF), incluyendo las nuevas responsabilidades de promoción económica y turística internacional.

En segundo, debe recibir un presupuesto acorde a su importancia y responsabilidades, el cual debe recuperar el casi 25 % perdido en términos reales en dólares durante la última década y ser actualizado, cuando menos, de acuerdo con la inflación (en términos reales en dólares) anualmente; asimismo, la cuenta consular debe ser entregada de manera completa y oportuna a la SRE por la Secretaría de Hacienda, como lo establece la ley.

“Es esencial que la política exterior sirva como una palanca para la promoción de la seguridad, desarrollo y bienestar de México…”

En tercer lugar, es fundamental que cuente con personal profesional suficiente para cumplir cabalmente con sus funciones, incrementando las plazas del Servicio Exterior Mexicano (SEM), las cuales se han mantenido entre 1,200 y 1,300 desde hace casi 50 años. Lo ideal sería llegar a cuando menos 1,500 miembros del SEM en el próximo lustro. Asimismo, es necesario aumentar las plazas de personal operativo (las cuales se han reducido en más de 20 % en la última década). Para contar con el personal más ampliamente calificado y profesionalizado es necesario incrementar las plazas del SEM, idealmente en 20 % cada sexenio y que haya concursos de ingreso y ascenso en el SEM, mínimo de manera bienal. Además, se debe fortalecer la profesionalización del personal operativo y el SEM a través de cursos de actualización impartidos por el Instituto Matías Romero, tanto en temas sustantivos como en uso de tecnologías.

En cuarto, es recomendable ampliar las representaciones de México en el exterior para tener una red diplomática y consular acorde al tamaño y relevancia del país, y estar entre las 15 más importantes del mundo. Esto implicaría abrir de 3 a 5 embajadas y de 2 a 3 consulados adicionales al año durante la próxima década, para pasar de 80 a entre 100 y 110 embajadas, y de 67 a entre 80 y 90 consulados para el 2030.

Por otra parte, en quinto lugar, es esencial definir los criterios y procesos para generar una política exterior de Estado y de una imagen internacional con amplio reconocimiento global. Lo anterior es fundamental para incrementar el poder blando de México en el mundo, ampliando de tal manera las capacidades de promoción internacional del país. Para ello, y como sexto punto, es fundamental que la SRE posea los mecanismos e instrumentos para una eficaz formulación y una efectiva ejecución de esta política, que incluya un sistema de información y planeación de inteligencia estratégica que apoye el análisis prospectivo y, con ello, la previsión de los cambios que habrán de darse en el escenario mundial. Este sistema de información y planeación estratégica debe alimentarse de la información producida por las embajadas, consulados y representaciones frente a organismos internacionales; asimismo, debe sistematizarse en cada una de las subsecretarías para generar insumos para toma de decisiones estratégicas de política externa. Esta información también debe ser usada para hacer análisis coyuntural y de prospectiva.

Además, séptimo, para representar lo más fidedignamente los intereses de los diferentes actores nacionales, es necesario establecer los criterios para asegurar la debida coordinación entre la SRE y las otras secretarías de Estado, así como una colaboración productiva con el Congreso y los gobiernos estatales y municipales. Es fundamental que, ante el incremento de la actividad internacional de los gobiernos estatales y locales en México, la SRE fortalezca sus capacidades de acompañamiento y promoción en esta materia. Asimismo, para que sea una política exterior al servicio de los mexicanos, y como octavo lugar, se debe construir el engranaje que propicie dentro de la sociedad mexicana la mejor comprensión del papel que corresponde a la política exterior y su respaldo a ella.

Con base en todo lo anterior, noveno, es esencial definir los criterios y procesos para elaborar una política exterior de Estado y una imagen internacional con amplio reconocimiento global. Para ello, sería de gran utilidad recuperar la figura de un gabinete de política exterior, donde no solo participen las secretarías de Estado a nivel federal con incidencia internacional, sino también representantes destacados del Poder Legislativo federal, de los gobiernos subnacionales, así como del sector privado, académico y social.

Finalmente y como décimo punto, el objetivo central debe ser vincular las metas de desarrollo económico y social de nuestro país con la participación estratégica, activa e intensa de México en foros, espacios y temáticas internacionales. Es esencial que la política exterior sirva como una palanca para la promoción de la seguridad, desarrollo y bienestar de México y los mexicanos a través de una representación efectiva de los intereses del país y sus ciudadanos a nivel global.

III. Reflexión Final

En suma, de frente al proceso electoral federal que tendrá lugar en México en el 2024, el país tiene una gran oportunidad de redefinir su política exterior con base en un diagnóstico profundo que alimente la conversación sobre los temas en los que debe participar y los espacios que desea ocupar en el mundo. A partir de este análisis, con el respaldo de amplios sectores de la sociedad, México debe construir una política exterior de Estado y dotarla de los recursos e instrumentos necesarios que contribuya a alcanzar los objetivos de desarrollo, seguridad y bienestar al que aspiran los mexicanos.

“[…] de frente al proceso electoral federal que tendrá lugar en México en el 2024, el país tiene una gran oportunidad de redefinir su política exterior…”

La responsabilidad central de conducir una política externa de Estado es facultad de la Cancillería. Por ello, para poder ejecutarla de forma efectiva para la consecución del interés nacional de México y el bienestar y seguridad de sus ciudadanos, es fundamental que la SRE cuente con las capacidades jurídicas, institucionales, presupuestales y logísticas óptimas. Atender el decálogo de recomendaciones aquí presentadas abonará en la generación de las condiciones necesarias para que la SRE resuelva de manera exitosa los grandes desafíos que enfrentará en el futuro próximo. EP

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