Nombrar el hueco: una supervivencia colectiva desde el dolor

Renata Uribe Sánchez reseña el poemario Nombres propios (2023) de Mercedes Alvarado, editado por Elefanta Editorial.

Texto de 21/12/23

Renata Uribe Sánchez reseña el poemario Nombres propios (2023) de Mercedes Alvarado, editado por Elefanta Editorial.

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“Aprendimos de la ausencia individual, de los huecos con nombres propios”: escribe Mercedes Alvarado en el primer poema de Nombres propios (Elefanta Editorial, 2023), nombrado por la CANIEM como Libro del Año en la categoría No Ficción. Este poemario precede una hilera de angustia para enterrarnos en una búsqueda inconclusa y en una cotidianidad atravesada por la violencia en México. 

No comienzo con cifras oficiales ni con los impasibles números de notas fragmentadas, porque las certezas y formalidades no caben en un país donde hay más desaparecidos denunciados que cuerpos encontrados. Dentro de más de 100 mil denuncias, en los recovecos de la impunidad, se calla el doble, quizá el triple.

Para Alvarado, buscar es una sentencia que no acaba con la muerte, sino que deja como remanente el dolor de un país que se cae a cascajos. Como vasos comunicantes, los poemas reunidos en Nombres propios no se encuentran impulsados por un orden de sucesión, sino que se predisponen como cortadas que intentan cauterizar; versos que lastiman. La poesía de Alvarado funciona como heridas que palpitan y sienten, y donde, además, la palabra funciona como santuario para el dolor: “nadie nos dijo que una duda / pesa más que un cuerpo”1.

En Nombres propios ocurre un fenómeno poético desde el corazón de la pérdida. A través de sus páginas emergen imágenes irreconocibles como un sórdido ápice de dolor; el poemario recorre una arqueología del vacío frente a la violencia. 

“La poesía de Alvarado funciona como heridas que palpitan y sienten, y donde, además, la palabra funciona como santuario para el dolor”.

“Un duelo inconcluso, una búsqueda perpetua. Una incertidumbre pesada y sin fin“: son palabras de Natalia Mendoza del prólogo del poemario. Este libro es también sobre las víctimas que se quedan y esperan sobre una angustia, velando por un retorno con el alma en vilo. 

Las intersecciones del duelo son dibujadas a lo largo del poemario y la cadencia de los poemas deforma el mundo con una angustia desaforada que se queda a la mitad. Entre líneas existe, además, la impronta de un sentimiento de desesperación que se impone a través de la respiración entrecortada. Las palabras resquebrajan el aliento, descolocan. Dentro de una inminente incomodidad, provocan impotencia desde las entrañas del dolor. 

Si bien es cierto que Nombres propios no llena el vacío, sí lo nombra. Es una conjetura del reflejo del vacío:

no voy a llorar, David, aunque estés

en el silencio que se adueña de cada mesa

en la angustia que nos hacemos al nombrarte.

(sobre todo cuando tu nombre se nos ausenta en el presente)2

Desde el duelo más íntimo, Mercedes nombra a todas las víctimas de la violencia y las escribe aquí, en Nombres propios. Sara Uribe dice en Antígona González: “El nombre por encima del calibre de las balas”. Entonces es solamente en el duelo colectivo que se lucha contra la violencia. 

Si buscar es una nueva extensión de las tareas de cuidado, como afirma Alvarado, entonces las mujeres son ahora el impulsor de todas las búsquedas y de los mecanismos de la vida misma en una sociedad amedrentada por el miedo. Estas madres son “hermanas del mismo dolor”.  No hay advertencia más arrolladora sobre la violencia que la del miedo. El miedo puede ser práctico, entrever sutileza o desvirtuarse en astucia; o nada. El miedo también es una forma de parálisis de la violencia.

“Si buscar es una nueva extensión de las tareas de cuidado, como afirma Alvarado, entonces las mujeres son ahora el impulsor de todas las búsquedas y de los mecanismos de la vida misma en una sociedad amedrentada por el miedo”. 

Los tentáculos del dolor palpitan y terminan por rebasarnos a todos. Es una red de dolor que se expande. Alvarado asegura, en una entrevista, que de algún modo todos estamos entretejidos en la violencia. Estamos atravesados al mismo tiempo por familiares, amigos y lejanos conocidos que son víctimas de la violencia. Si tejemos esta red, la desazón se extiende y entonces somos todos. Nombres propios nos convoca a vivir el dolor de manera colectiva. Y entonces al nombrarlos a todos, en un conjunto liminal de la realidad devastadora y la poesía, comenzamos a sanar. 

Dentro de Nombres Propios existe una esperanza y también la manifestación por una impunidad enterrada en lo institucional; pero la vida no para, ni las búsquedas. Como afirma Cristina Rivera Garza, es verdad que ya estaremos para siempre enrabiadas. Mercedes Alvarado escribe como última sentencia que la única ceremonia es seguir “buscando juntas”. EP


Mercedes Alvarado (2023) Nombres Propios. Elefanta Editorial 

Cristina Rivera Garza (2021) El invencible verano de Liliana. Penguin Random House.

Sara Uribe (2021) Antígona González. Sur+.

  1. Poema “Ahora la vida significa otra cosa” []
  2. “Lamento por la vida de David” []
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